#2 - Algo más de Romina Tamburello
Otra cara del multiverso o cómo bancar la manija antes de que estrene Vera
¡Buenas! Aquí les traigo el último post de febrero, para avisarles que el mes casi casi termina (queda solo una semanita, fuerza, dale) y contarles un poco más sobre la autora – directoraguionistactriz– que leímos y escuchamos estas dos semanas que pasaron.
Repasemos: leímos y charlamos sobre su primera novela; la escucharon en conversación delirante conmigo, donde también nos enteramos de las novedades sobre La Viuda y hablamos un poquito sobre su primera película, Vera y el placer de los otros. Pues nos queda algo más en el tintero por explorar: su primera serie, Maternidark.
Lo que me fascina de las producciones de esta rosarina hipercreativa es que todo lo hace al mismo tiempo. Lo escuchamos en la entrevista: mientras escribía y reescribía la novela, también trabajó con Vera. Hoy le sumamos otra faceta al marco temporal: en paralelo, estaba escribiendo y dirigiendo esta miniserie.
La experiencia intransferible
Miniserie de seis episodios que pueden ver gratuitamente en Cont.ar, Maternidark cuenta la historia de Luciana, una mujer en su treinta y algo que quiere ser madre y junto a su pareja Nacho encaran esta odisea repleta de matices y delirios. La serie empieza en el primer cumple de Olivia, la hija, y nos muestra la fauna humana que va a componer las relaciones de la pareja, pero especialmente de Lu: las amigas que son madres y sus hijex, las que no lo son, la madre de ella, los amigos del novio. También los vamos a conocer a ellxs: dos jóvenes xadres enamoradxs y aterradxs.
Durante el resto de los episodios vamos a ver el antes y después de Olivia: lo que hicieron para poder tenerla, lxs profesionales de la fertilidad que se cruzaron en el camino, la angustia de no lograr el objetivo y lo agridulce de la transición física que es gestar. También está el mundo mamis (mención especial para el capítulo cinco: Máquina de abandonar. Nivel superior). Y, como no podía faltar en el universo Tamburello: la sexualidad como espacio de tensión, sorpresa, diversión y conflicto.
El guion nació de un trabajo conjunto entre Rosario Spina y Romina. Ellas se conocieron en un taller creativo en Rosario, donde Spina leía cosas que escribía en su puerperio, siendo madre primeriza. Su experiencia no estaba colmada de humor ni mucho menos; ella estaba transitando algo intransferible. Sin embargo, Romina la escuchó y vio el potencial que esto tenía: le propuso trabajarlo como serie. Arriesgada pero pilla.
El resultado es una comedia con picos de drama alucinantes. Las interpretaciones son fabulosas – empezando por Camila Peralta, que la descose– y los vaivenes emocionales, como la historia que cuentan, puede llevarte de la angustia a la risa incómoda, del horror a la carcajada fuerte, en un segundo. El vestuario y los colores, pensados para convertir a los personajes en estereotipos absolutos, hacen de la síntesis un arte. Podes verla de un tirón o clavarte un episodio cada tanto, funciona de las dos maneras, ya que aunque existe un hilo conductor cada capítulo desarrolla una faceta o un hecho concreto, un momento específico de la experiencia. Y lo cierto es que el final lo sabemos desde el principio, por ende no existe una tensión en torno al hecho de si lograron o no ser xadres.
Para cerrar, una mención especial para la productora Pezcine. Rosarina como todo en este newsletter (menos quien escribe, claro) está detrás de esta serie y en su página web podemos ver otras producciones tanto de Romina como de Federico Actis, co-director en Vera.
Para ir cerrando y que vayan a ver la serie
Sin más que agregar, me despido por hoy. La semana que viene saldrá el anuncio del siguiente episodio, aunque ustedes, como buenxs suscriptores, ya saben de qué se trata. Si no, se enterarán el próximo miércoles (*cofcofCarcomacofcof*).
Gracias por llegar hasta acá. Si les gustó lo que escucharon y leyeron, siempre sirve que compartan y recomienden. Y si quieren hablar de esta serie, me encuentran en Instagram como @morenamarch.
Que terminen bien febrero. ¡Nos vemos en marzo!
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