Hola, ¿cómo están? Espero que bien.
Para este newsletter, el último de la temporada, debo hacerles una advertencia que ya adelanté en el Bonus track: soy muy fan de Florencia Abbate. Vuelvo a repetirlo cual si se tratara un disclaimer, como cada vez que grabé “Si no lo leíste, no sigas escuchando”. Bueno, si buscas una opinión objetiva sobre la obra de Florencia, no sigas leyendo.
Aclaro esto porque francamente no le encontré defectos a nada de lo que leí de ella, y eso, en líneas generales, no pasa. Lxs autorxs tienen obras mejores que otras, o son más fuertes en un género que en otro. Que agarres cualquier libro de un autor y te guste mucho, muchísimo, que te fascine, y… habla más de una como lectora que del libro en sí. Bah, eso pienso yo.
Hecha la advertencia, procederé a hacerles algunos comentarios sobre lo que fue leer Felices hasta que amenaza (Emecé, 2017) y Love song. Cuentos y poemas. Nos faltarán sus ensayos pero como en la entrevista hablamos un poquito sobre Biblioteca feminista, tendré que contentarme con eso. Empecemos.
Quisiera enviarte una respuesta precisa y leve. Algo semejante a la flor de filigrana en el jarrón antiguo. O tal vez un ideograma que signifique lo extraordinario, lo intenso; o un recuerdo fugaz, trepanando los vientos del olvido, para llevarte hasta el punto donde el tiempo se replegó en un instante.
Love song es un libro corto, publicado en el 2014 por Buenos Aires Poetry, conformado en gran medida por poemas de amor. Amor entendido como un estadío agridulce, de sensaciones mixtas. No son poemas románticos, sino impregnados de esa vibra tristona que cargan algunas historias, las que no salen mal pero tampoco como queríamos. Historias que pueden ser fugaces aunque duraderas, o que se estiran en el tiempo hasta disolverse. Si bien los poemas de este libro no mantienen (o yo no encontré) un hilo conductor narrativo, si los une este otro hilo, el hilo invisible de las emociones indefinibles que acompañan al amor.
“Cuando de pronto a medianoche oigas pasar invisible un báquico cortejo con músicas maravillosas”, de los planes de la vida que salieron mal, no te lamentes en vano. Y sobre todo no te engañes: nunca pienses, decía mi abuelo, que todo fue un sueño o que mintió tu oído, no desciendas a esa estúpida esperanza. Como te corresponde por haberlo merecido, quedate firme frente a la ventana, a oir con emoción, sin lamentos ni quejas, el rumor, un último deleite de aquellos instrumentos. Disfruta por última vez los acordes. Y despide, despide a lo que pierdes.
Siempre me resulta un desafío intentar transmitir por qué me gustó mucho un libro de poesía. Leer poesía es una experiencia tan profundamente individual, el sentimiento que un poema te genera es tan indefinible, que su análisis me parece imposible. No puedo reseñar poesía. Si invitarles a buscar y leer, a que le pierdan el miedo. La poesía no se entiende de forma lógica, es una experiencia más física que mental. Suena cursi, pero es verdad: un poema te atraviesa como un rayo, detiene tu cerebro y te da ganas de leer en voz alta. Por eso creo que Love song es el libro que me dió la clave para entender qué es lo que me gusta de la forma de escribir que tiene Florencia Abbate.
“No sé de qué me hablan sus sms hasta las lagartijas se expresan mejor” Tendida en la mañana asomada todavía a la pantalla, escuchaba un concierto barroco: ¿De dónde viene? ¿de dónde viene tanta soledad? [...]
Cuando leí el primer poema fue como si pudiera masticarlo. Esto fue lo que sentí: las palabras aparecían crocantes. Las que elige Florencia para escribir tienen una textura particular, se chocan con los dientes. No es poético como en Salazar Masso o Esper, no en ese sentido. No es la suavidad que emula el fluir de un río, o el ojo puesto en el detalle, sino una dureza propia del cemento, de los edificios de la ciudad.
[...] El cuerpo es ahora un tallo seco destinado a sostener esas dos blandas e insaciables joyas, que sólo miran. La vida se retira cada día como una ola y yo colecciono caracoles. Voces espectrales, huecas cuando nada puede haber más fascinante que la urgencia.
Florencia Abbate parece escribir siempre en el presente aunque sus textos se vean signados por la tecnología o el contexto de una época precisa. Son atemporales. Y sus personajes, cuando los hay, conforman un universo propio. Por eso los cuentos en Felices hasta que amenaza me gustaron tanto, porque algo de sus protagonistas, de sus procesos mentales, los vuelve parte de un mundo común. Comparten una mirada distante. Son parte de él y se ven atravesadas por la actualidad de la que forman parte, pero es como si lo miraran siempre desde afuera, desde otro punto del tiempo.
En ese libro, Florencia jugó con otras fuerzas. Habilitó la entrada al absurdo, al giro repentino y al rompimiento de la lógica que parece reinar en la mente de sus personajes. Sintetizó esa energía que transmite El grito, esa cosa extrema que tiene el mundo real con personajes que crecen entre paréntesis, y le sumó el tambaleo de lo posible. Eso que nos pasa a veces en la vida real, cuando parece que lo que sucede es mentira pero ahí está, desarrollándose frente a nuestros ojos atónitos. Por eso funciona siempre, por eso no envejece. Porque el mundo está demente, lleno de matices que nos obligan a transar con la fantasía.
Llegamos al final. De todas maneras, antes de irme quiero dejarles el “adelanto” de su próxima novela. Se llama Nancy y Louis, y lo encuentran en este link. Espero que les guste.
Listo por ahora.
Para hablar conmigo sobre estos libros o cualquier otro, saben donde encontrarme.
Gracias por su tiempo.
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